30.5.06

Miroslav Macarevich


El inventor y cineasta Miroslav Macarevich fue el arquetipo del artista incomprendido y vapuleado por la crítica.
A pesar de ello, con ingenio y creatividad, consiguió filmar un largometraje de culto de cuatro horas de duración: Igor María García. Triste historia de un travestido español en Siberia.
Ante la escasez presupuestaria, Macarevich puso en práctica su capacidad inventiva y logró rodar su film, no en celuloide, sino en rollos de papel higiénico.
Miroslav no imaginó que esta decisión técnica legitimaría las opiniones de sus detractores.

FOTO: Aquí se lo ve en pleno rodaje de Igor María García.
La ausencia del protagonista (que había muerto de frío durante la segunda semana de filmación) obligó a Macarevich a emplear recursos innovadores.

22.5.06

El dúo Bauer-Von Kieffer


Karl Bauer y Klaus Von Kieffer se conocieron una mañana de 1970 en la Universidad de Leipzig (RDA), durante un examen final de Matemática Aplicada.
Según se sabe, el penoso resultado obtenido por ambos en dicho examen los motivó a abandonar sus estudios y formar un grupo de rock progresivo al que bautizaron Grupo de rock progresivo de los señores Bauer y Von Kieffer.

Con este nombre se presentaron en el Festival de Rock Sinfónico Socialista de Leipzig, frente a cientos de jóvenes, que quedaron anonadados al ver los extraños instrumentos y el extravagante vestuario del grupo.

Aquel recital habría sido el pasaje obligado al Megafestival de Stalingrado, pero quiso el destino que, entre la muchedumbre, se hallara el americano Richard “Sabueso” Dickinson; fanático de la música progresiva, pero también sagaz e implacable agente de la CIA.
Eran tiempos de Guerra Fría y, pese a que Dickinson se encontraba de franco, no pudo contener su vocación de servicio: algo raro había escuchado y tenía que proceder.
Subió al escenario y, en perfecto alemán, exclamó: “¡Están haciendo play-back!”
El escándalo no se hizo esperar. Al día siguiente todo Leipzig condenaba al dúo.

Bauer y Von Kieffer pidieron disculpas públicas mediante una solicitada publicada en los diarios, pero ya era demasiado tarde: el Comité de Disciplina Musical había decidido retirarles la indispensable matrícula de instrumentista.


Ante la falta de oportunidades, los músicos se vieron obligados a emigrar a los EEUU, y allí consiguieron emplearse en una importante hamburguesería.

Richard “Sabueso” Dickinson, apenado por el daño que les había causado, los compensó comprándoles una tienda de hot dogs, a la que Bauer y Von Kieffer bautizaron Despacho de salchichas alemanas de los señores Bauer y Von Kieffer.

16.5.06

Martha Reichtag (Martita)


Luego de once años de carrera, egresa de la Escuela de Bellas Artes con un posgrado en Pintura y un apodo: “Martita”.
Escépticos ante la formación de su hija, sus padres Hans y Hanna le recomiendan perfeccionarse en Europa. Entonces Martita decide trasladarse a París, con el fin de enriquecer sus conocimientos y, luego, (cuando estos se hubieran enriquecido lo suficiente) dedicarse a la pintura.
Pero la experiencia parisina resulta tan satisfactoria que, al finalizar la cursada, Martita decide viajar a Helsinki, con el fin de enriquecer su conocimientos un cachito más.
Este mismo procedimiento se repite durante doce años, hasta que, conmovida con la obra de un artista sueco radicado en Nueva York, se instala (como era previsible) en Nueva York.

Durante una década permanece abocada a la búsqueda de aquel sueco, y finalmente lo encuentra; pero el hombre le comenta que ha abandonado la pintura: “Ahora lo mío es la instalación”, le dice en sueco, o quizás en inglés.
Debido a esta respuesta, Martita sufre una crisis y descubre que necesita conectarse con la cultura Zen y aprender la técnica milenaria de la acuarela. Viaja a Oriente y se convierte en discípula de un Gran Maestro japonés, que en dieciocho años no le enseña a pintar, aunque sí a levitar.
Concluida su formación, regresa a Buenos Aires, dispuesta a desarrollar una prolífica carrera; pero un cable de último momento nos informa que Martha Reichtag “Martita”, de 62 años, acaba de morir a causa de un paro cardíaco. Damos nuestras condolencias a sus padres Hans y Hanna.

FOTO: Martita, festejando su cumpleaños junto a destacados críticos de arte.

8.5.06

Los Primos Botana


Cómo olvidarlos. Cómo olvidarse de aquel desopilante grupo de osados acróbatas y diestros malabaristas; de esos intrépidos y disparatados comediantes, que con sus sanas ocurrencias repartieron bromas por doquier, y se ganaron el corazón de varias generaciones de argentinos. Y usted se preguntará: ¿Qué será de ellos? ¿Dónde estarán Los Primos Botana? Yo le digo:
Atilio Botana: Preso en Devoto, por estafa.

Ignacio Botana: Trabaja como guardia de seguridad en un club nocturno.

Victoria Botana: Según afirmó, vende fósforos y escarbadientes en Plaza Constitución; pero no le creímos.

Palmiro Botana: Prófugo. Era socio de su primo Atilio.

Angelito Botana: q.e.p.d. (Cementerio de la Chacarita, Sec. 04, Manzana 7C, Tablón 03)

Carlitos Botana: Dirige una escuela terciaria de Artes Circences, con especialización en Espectáculos breves en Semáforos y Vía Pública en gral. (Título con validez nacional y amplia salida laboral. Para informes e inscripción, contáctese con el autor de este blog.)

2.5.06

Los mellizos Acuña


Influenciados por la revolución punk de 1977, los mellizos Esteban y Andrés Acuña formaron Escupitajo al sistema; banda pionera de la movida underground local de aquellos tiempos.
A los pocos meses de aquel suceso, una trivial discusión relacionada con la ejecución de un cover de Rafaela Carrá, fastidió enormemente a Andrés Acuña (compositor y baterista) quien decidió abandonar el grupo, para dedicarse de lleno a los negocios inmobiliarios.
Esteban quedó al frente de la formación, pero, sin la letras de Andrés, la magia desapareció y la banda decayó estrepitosamente.
Si bien Esteban Acuña continúa tocando hasta el día de hoy, el grupo no reúne más de cinco o seis espectadores por recital que, generalmente, suelen retirarse del recinto antes de que la banda empiece a tocar.
Los hermanos Acuña no volvieron a dirigirse la palabra y sólo se ven una vez al año, en los cumpleaños de su madre, Margarita Paglione de Acuña.