26.7.06

Lucrecia Fontán

Siendo aún estudiante, Lucrecia Fontán publica un poema en La Vocal Inmaculada; revista dirigida por la profesora Nuria Pastor, funcionaria de la Real Academia Española.
La muerte de su padre deja a su familia al borde de la miseria y Lucrecia se ve obligada a buscar un empleo. Pero, con la ayuda de Nuria Pastor –quien le consigue un puesto nada menos que en la R.A.E.– Lucrecia logra sobrevivir y se inicia en el mundo de las letras.

Ingresa como aprendiz en la Sección Adverbial y, de inmediato, le es encargada la segunda acepción de “también”. También ensaya definiciones para “mientras”, “quizás” y “muy”; propuestas que, finalmente, son rechazadas.
Sin embargo, debido a su potencial creativo, Nuria Pastor le propone un trato interesante. “Lucrecia, hija mía –le dice en una carta–, te sugiero que escribas sin ataduras. Yo me encargaré de aplicar tus definiciones a las palabras correspondientes”.
Bajo este nuevo sistema de trabajo, Lucrecia Fontán produce notables definiciones como “Pez teleósteo del suborden de los anacantos” o “Suerte de ajorca o manilla que usaban las siervas”. Y, meses más tarde, escribe “Cordel de fieltro con que el centinela encubría las muescas de su pica”; definición de gran éxito en revistas de crucigramas, que le otorga a Lucrecia Fontán la Supervisión General. Este ascenso le permite dirigir la anhelada XII Edición de Arcaísmos Insoslayables, y hacer echar a Nuria Pastor, que se había convertido en un obstáculo para su carrera.
Luego renuncia a la R.A.E. y se entrega por completo a la docencia en colegios primarios.

Foto: Sus alumnos la recuerdan como una docente apasionada.

19.7.06

Elsita y Oscar

Uno de mis asistentes, sobrino de Chiquito Banegas, me facilitó este interesante artículo:
El sábado próximo pasado, en el Rotary Club, los bailarines Elsita y Oscar presentaron un nuevo estilo de danza que será furor entre la juventud argentina. Se trata del Pitti-Pitti-Bum; un ritmo sin precedentes, que consiste en un enérgico contoneo de caderas, acompañado por un gracioso movimiento de brazos.
Rodeados por una fervorosa multitud de muchachitos -en su mayoría estudiantes del liceo y del normal- los bailarines Elsita y Oscar enseñaron, con inigualable destreza, este singular paso de baile que provocó risas a granel.


Pero no sólo los más jovencitos cayeron rendidos ante la irresistible danza. Elegantes señoras y señores que peinan canas, abandonaron por un instante las mesas de tertulia y dejáronse llevar por la frescura de este ritmo juvenil. Porque, aunque pícaro y travieso, el Pitti-Pitti-Bum es un baile sano y apto para la familia, que refleja la entrañable inocencia de la juventud. Esta peculiaridad lo distingue de otros ritmos foráneos, cuyos movimientos obscenos y vulgares inculcan en los jóvenes valores decadentes, y los alejan del estudio y las costumbres de bien.
Claro está que, en mayor medida, esta moderna danza colmará las boites y los clubes estudiantiles; pero, por su atractivo, todo indica que también será un número obligado en los corsos de carnaval. Enhorabuena.
Agradecemos entonces a los artistas Elsita y Oscar quienes, con insuperable habilidad, acercan a nuestros jóvenes este divertido paso de baile, que ellos bien sabrán practicar en sus horas de esparcimiento.

12.7.06

Michael W. Campbell

Tengo a mi lado al Prof. Michael W. Campbell, director orquestal y catedrático del Instituto Superior de Ciencias Musicales de Cincinnati, Ohio, USA.
–Prof. Campbell: quisiera que me contara brevemente de qué se trata su nueva obra.
–Bueno, todo comenzó el día de acción de gracias. Me encontraba junto a Brian, un viejo amigo, profesor de la Universidad de Cleveland; cuando oímos un acorde que provenía del refrigerador. Le dije “Oye Brian, ¿tú has oído lo mismo que yo?”, y Brian me respondió “Por supuesto, Mike. ¿Qué tú no sabes que en temperaturas inferiores a 40°F existe una probabilidad del 0,03% de que se produzcan armonías?”
Inmediatamente abrí la puerta de la nevera para escuchar mejor y comprobé que se trataba del Preludio en Si menor Op. 28 de Frédéric Chopin, y me dije: “¡Oh, fantástico!”

A la mañana siguiente telefoneé a Roger Burger, un colega de Denver, Colorado; y le propuse: “Hey, Roger: ¿qué tal si escribes un concierto para violín y nevera? Tú puedes hacerlo”, y Roger me dijo: “De acuerdo, Mike. Siempre te sales con la tuya.”
–¿Y se concretó el proyecto?
–Bueno, tú sabes, he convencido a Roger para que compusiera una obra sinfónica y hemos trabajado duro. Invertimos U$S 7.500.000.- en el desarrollo de instrumental de alta complejidad, y actualmente nuestro equipo de técnicos en refrigeración está afinando las ciento treinta neveras que formarán parte de la orquesta.

FOTO: Michael W. Campbell, en un ensayo de la obra que presentará a fin de año, en Nevada.

4.7.06

Washington Carreras

Una mañana de 1981, sentado a la mesa de un bar montevideano, el dibujante Washington Carreras descubrió que estaba disfrazado de gladiador. Pensó que se trataba de una alucinación, producto del cansancio (había pasado la noche terminando una historieta sobre la Roma antigua); pero al oír las risas de los parroquianos, se ruborizó.
–Qué botija raro este Guásinton –dijo un hombre pelado a otro que no lo era.
Carreras se levantó nervioso y se fue sin pagar el café (esto no tiene relación con el asunto del disfraz; Washington tenía fama de ladrón).


Vestido de gladiador, corrió siete cuadras por la Avda. 18 de Julio y entró en su casa, con la intención de dormir un rato y luego reflexionar sobre lo ocurrido. Pero, al despertarse, miró nuevamente su armadura y entendió lo que estaba pasando. Para verificarlo, realizó un boceto de un águila, y notó cómo su atuendo se transformaba en un voluptuoso par de alas.
Perplejo, Carreras comprendió que su destino y el de la humanidad misma dependían de su voluntad; entonces dibujó una historieta pornográfica en la que él era protagonista.

Luego, satisfecho, se dedicó a publicar ilustraciones sobre automovilistas de F1, estrellas de rock, millonarios, astronautas (siempre alternados por algunos dibujos porno) y, como broche de oro, un comic en el que Peñarol ganaba la Copa Intercontinental 1982.

Necesitó sólo un año para recorrer el mundo y cambiar el curso de la historia.

Pero un día, sabe Dios por qué razón, publicó en un matutino un retrato de Jim Morrison.
Al ver el dibujo, “canillitas” y distribuidores intentaron revertir la situación, quemando la totalidad de los ejemplares; pero ya era demasiado tarde… Washington Carreras, “El Mago Guásinton”, yacía en la bañera de un piso parisino.