4.7.06

Washington Carreras

Una mañana de 1981, sentado a la mesa de un bar montevideano, el dibujante Washington Carreras descubrió que estaba disfrazado de gladiador. Pensó que se trataba de una alucinación, producto del cansancio (había pasado la noche terminando una historieta sobre la Roma antigua); pero al oír las risas de los parroquianos, se ruborizó.
–Qué botija raro este Guásinton –dijo un hombre pelado a otro que no lo era.
Carreras se levantó nervioso y se fue sin pagar el café (esto no tiene relación con el asunto del disfraz; Washington tenía fama de ladrón).


Vestido de gladiador, corrió siete cuadras por la Avda. 18 de Julio y entró en su casa, con la intención de dormir un rato y luego reflexionar sobre lo ocurrido. Pero, al despertarse, miró nuevamente su armadura y entendió lo que estaba pasando. Para verificarlo, realizó un boceto de un águila, y notó cómo su atuendo se transformaba en un voluptuoso par de alas.
Perplejo, Carreras comprendió que su destino y el de la humanidad misma dependían de su voluntad; entonces dibujó una historieta pornográfica en la que él era protagonista.

Luego, satisfecho, se dedicó a publicar ilustraciones sobre automovilistas de F1, estrellas de rock, millonarios, astronautas (siempre alternados por algunos dibujos porno) y, como broche de oro, un comic en el que Peñarol ganaba la Copa Intercontinental 1982.

Necesitó sólo un año para recorrer el mundo y cambiar el curso de la historia.

Pero un día, sabe Dios por qué razón, publicó en un matutino un retrato de Jim Morrison.
Al ver el dibujo, “canillitas” y distribuidores intentaron revertir la situación, quemando la totalidad de los ejemplares; pero ya era demasiado tarde… Washington Carreras, “El Mago Guásinton”, yacía en la bañera de un piso parisino.