30.5.07

El ciclofón de Philippe Montagne

El 30 de mayo de 1914, influenciado por los postulados del futurismo, el compositor Philippe Montagne presenta el “ciclofón” (o ciclofono non temperado), instrumento musical que revolucionaría la historia del ciclismo. Valiéndose de sus conocimientos en mecánica y armonía, Montagne diseña y fabrica un prototipo, para cuya presentación escribe Vientos de Saint-Étienne, obra de 30 Km de duración.

Debido a que el complejo sistema del ciclofón funcionaba gracias a la tracción de sus ruedas, la música escrita para este instrumento debía ser ejecutada en caminos y rutas. Esto generaba dos tipos de inconvenientes: en primer lugar, el intérprete se veía obligado a transportar abrigo y provisiones, ya que si la obra concluía en zonas rurales, este quedaba a merced de la naturaleza; en segundo, —y esto era lo más delicado— para poder disfrutar de la obra completa, los espectadores debían acompañar al músico a bordo de vehículos que circularan a la misma velocidad que el ciclofón, lo que resultaba muy fastidioso para el público y ocasionaba grandes congestionamientos en el tránsito.

Luego de mucho pensar, Montagne logró resolver ambos problemas: los siguientes conciertos serían intepretados en el Velódromo Municipal.


El éxito de la música para ciclofón fue tal, que su inventor abandonó la composición para dedicarse por completo a la fabricación y comercialización del instrumento. Influenciado ahora por los postulados del fordismo, introdujo en su empresa la novedosa “línea de montaje” y se procuró un stock de ciclofones suficiente para abastecer a toda Europa y EEUU.

Pero los vientos cambiaron cuando un gimnasta neoyorquino de apellido Dick descubrió que podía adaptar el sistema de Montagne a su bicicleta fija. Nacía así el “dicklofón”, ideal para espacios cerrados y pequeños. El invento tuvo gran aceptación en países de climas fríos y, gracias a sus confortables prestaciones, en poco tiempo desplazó del mercado al ciclofón tradicional. Contra todos los pronósticos, Montagne dijo “no hay mal que por bien no venga” y se dedicó al diseño de indumentaria, otra de sus pasiones.

En 1917, con el intervención de EEUU en la Primera Guerra Mundial, el gobierno norteamericano obligó a
Dick a fabricar dicklofones militares. Estos no resultaron de gran utilidad para el combate.