22.11.10

Día de la música

La música me acompaña desde que tengo memoria. A lo largo de mi vida he disfrutado de ella en sus múltiples variantes y expresiones, no sólo como oyente sino como improvisado cantor y guitarrero. Podría ensayar una larga lista de músicos favoritos, pero sería una empresa titánica, aburrida e innecesaria, así que dedicaré estas solemnes líneas a un creador imprescindible: el señor Juan Sebastián Bach, cuya obra me ha conmovido desde mis años mozos (a la sazón fanático de Led Zeppelin) y ha sido fuente de inspiración de muchos de mis garabatos.

Su magistral desarrollo del contrapunto y la armonía es una fiesta y a la vez una clase (de música, pero también de dibujo, de literatura, de política, de historia...). En sus obras no hay ornamentos triviales: cada línea melódica es una composición autónoma y bella que tiene algo para decir y se relaciona con las otras dramáticamente. Las distintas voces ingresan, se superponen, entran en conflicto y modifican el curso del relato musical, generando una trama de ideas y sentimientos a partir del movimiento y la tensión.

Que me disculpen los expertos, que podrán analizar su obra con mayor conocimiento y lucidez. Desde mi modesto lugar y sin temor de caer en lugares comunes, digo que Bach es, además de un maestro de la música, un gurú espiritual. Y su obra, una Biblia a la cual puede acudir el simple mortal en busca de respuestas o de nuevas preguntas. En el día de la música, a él está dedicado este homenaje. ¡Gracias, Juanse!

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Bonus track: Sobre Edición es un interesante sitio dedicado a la difusión de libros y a la reflexión sobre la actividad editorial. Su director, Leroy Gutiérrez, me hizo una entrevista que pueden leer cliqueando acá.