Corría el año 2003. Yo era muy joven y tenía
una sola preocupación: cómo pagar el alquiler dibujando viñetas de
manuales escolares, y encima darme el lujo de comer algo y comprar
cigarrillos. En eso me llaman unos flacos para encargarme la ilustración del nuevo disco de Pappo.
No pagaban muy bien pero a mí me servía. La idea era dibujar a un
cupido "poseído" por el espíritu del Carpo y secundado por varios
maestros del blues. A Pappo le gustó mucho, de hecho se tatuó el
angelito. Después se murió. Nunca más me encargaron un arte de tapa...
Ésa fue mi fugaz participación en la Historia del Rock Nacional.