31.8.06

Narciso Pitman

Hoy me acompaña el gran dramaturgo y director teatral Narciso Pitman, quien acaba de estrenar su obra Costumbres del Dr. Arregui.

—Sr. Pitman, ante todo, quisiera felicitarlo por el éxito del estreno.
—Muchas gracias. Estoy muy contento. Escribí esta obra hace más de quince años y estrenarla en Buenos Aires era una cuenta pendiente.
—Tengo entendido que fue escrita en colaboración con el fallecido Ubaldo Steimberg, ¿no es cierto?
—Efectivamente, Ubaldo participó en un comienzo, pero luego decidió alejarse del proyecto.
—Sr. Pitman, ¿dónde estaba usted la tarde del 6 octubre de 1994, cuando Ubaldo Steimberg fue brutalmente asesinado?
—Perdón, no… no entiendo…
—La pregunta ha sido clara. Responda.
—Creo que estaba en el colegio de mi hija, en una reunión de padres.
—Sin embargo, nuestros registros indican que ese día no hubo clases y que su hija aún no había nacido.
—Bueno, pero… yo…
—Sr. Pitman, tendrá que acompañarnos. Tiene derecho a permanecer callado. Todo lo que diga puede ser utilizado en su contra. Agente: hemos dado con el asesino de Steimberg. Llévenselo.

Foto: Una escena de Costumbres del Dr. Arregui; obra que, por razones de dominio público, mañana mismo será retirada de cartel.

24.8.06

Mortimer Green

La mañana del 2 de Junio de 1962, el escritor Mortimer Green besó a su esposa y le entregó una carta que debía ser leída a las 11 AM. Luego le dijo:
—Toma esta carta. Debes leerla a las 11 AM.
Paso seguido, puso en marcha su Chevrolet Bel Air celeste y se alejó por la carretera que conduce a Louisiana.

A las 11 AM, su esposa —que era muy obediente—, leyó la carta:
“Querida Liza: soy un maldito cobarde. Creí que en treinta años de matrimonio tendría el valor de confesarte mi secreto, pero no tuve agallas. Al fin de cuentas, poco importa… Tú tampoco has notado nada extraño en mi conducta ya que, pese a ser un maldito cobarde, he sido buen padre y esposo, y regularmente he pagado mis impuestos. Cuando leas estas líneas estaré reencontrándome con un viejo amigo. Por favor, no me busques. Te echaré de menos, MORTIMER”

Minutos más tarde, presa del desengaño y la vergüenza, Liza se quitó la vida, y por eso no pudo leer los titulares del 3 de Junio de 1962:
“A las 11 AM de ayer, en la carretera que conduce a Lousiana, un Chevrolet Bel Air color celeste fue abducido por un OVNI. El vehículo no registraba multas y su póliza se encontraba en regla.”

Foto: Green recibe el premio Roswell por su novela Tiempo compartido en Mercurio; obra que Miroslav Macarevich llevaría al cine en los años '70.

21.8.06

Nota en La Nación

El esfuerzo inagotable en la búsqueda de la verdad y la justicia, y la lucha contra las formas más crueles de la censura, han sido una constante en las investigaciones de Artistas Irrelevantes.
Afortunadamente, este meritorio sacrificio fue reconocido a través de esta nota publicada en el diario La Nación.

Cordialmente,
La Gerencia

17.8.06

César Krause

Una cinta amarilla, hojas de lechuga en el suelo, una estampilla pegada bajo la cerradura... A simple vista, objetos dispersos sin relación aparente. Pero, para un ojo entrenado, este conjunto de elementos distingue con claridad el taller de un artista adherente a los postulados de Don Gervasio Calvet. Y el lector dirá: ¿quién fue Gervasio Calvet? Para responder ese interrogante, llamaremos a la puerta del enigmático escultor César Krause.

—Sr. Krause, ¿adhiere usted a la corriente “calvetista”?
—¿Y Ud. quién es?
—Soy un investigador independiente y estoy interesado en…
—Márchese inmediatamente de aquí.
—Pero, señor Krause, queremos saber si en su taller se celebran ritos de iniciación y se realizan sacrificios en calidad de ofrenda.
—Deje de decir gansadas y retírese ahora mismo, o tendré que echarlo a patadas en el or*o.
—Pero…
—¡Váyase, imbécil!
—Muy bien, disculpe.

No tuvimos suerte con Krause, pero hemos logrado fotografiarlo.
El análisis efectuado por nuestros peritos, comprueba de manera fehaciente que las esculturas que aparecen en segundo plano no son tales, sino especies sobrenaturales de carácter demoníaco. Seguiremos investigando.

3.8.06

Rubén Villalonga

Pensaba escribir algo sobre el actor Rubén Villalonga, pero su amigo, el periodista Artemio Braun, se me anticipó con esta conmovedora nota, publicada en El Amanecer de Suárez.
“Ayer, como quien no quiere la cosa, se nos fue Rubén Villalonga. ‘El Rúben’, como lo llamaba su esposa; ‘Longaniza’, para los muchachos del bar.
Rubencito perteneció a esa raza de actores que no necesitan exponerse para mostrar su talento. Y no lo digo por su eterna condición de ‘extra’. No, sería injusto. La suerte quiso que no representara siquiera un papel de reparto, pero Rubén pudo haber sido un Brando o un Bogart. Condiciones no le faltaban.

Muchos podrán llenarse la boca hablando de sus problemas de dicción o de su pésima memoria; aquella maldita memoria, contra la cual luchó incansablemente hasta el último día. Pero nada, nada podrán decir de su inobjetable actitud en escena. De la sutileza a la hora de pitar el cigarrillo, o al pasar caminando de manera inadvertida, por detrás de los protagonistas. Nada podrán decir de su gesticulación insuperable, cuando había que simular un diálogo en alguna mesa lejana. Ese era su fuerte: Rubén gesticulaba bien, aun en los planos más cerrados en los que, por supuesto, quedaba fuera de cuadro.
Rubencito, desde el fondo, sostenía la película y le aportaba verosimilitud.
Es cierto que no supieron valorarlo. Más de una vez, desconsolado, lloró sus fracasos ante la compañía piadosa de los amigos, que de pura lástima le pagábamos un café. ¡Pero cuántos cafés harían falta para devolverle a Longaniza lo que le dio al cine nacional!
Por eso, cuando me dicen que era un ‘extra’, yo les contesto: Longaniza no era un extra, Longaniza era un plus.”

Foto: Una escena memorable del policial Operación Reynoso. Al fondo a la derecha, Longaniza.